“Condenado a ser visto como un desierto…” (1)
Empezaba a envejecer,
al menos en mi interior,
a sentirme en desventaja,
débil,
vulnerable.
Tal vez el propio instinto
de conservación de la dignidad,
o lo que yo entiendo por ella:
el haber observado en otros días
conductas que yo juzgué patéticas,
humillantes,
y el haber pensado:
jamás,
cuando llegue ese momento,
me permitiré caer en algo así…
continuará
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